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A mí la IA no me a dejar sin trabajo

El 02 de Noviembre del 2023

Cuando estudiaba en la universidad, a principios de la década de los noventa, uno de los grandes dilemas con los que debían lidiar los maestros era si aceptarían trabajos hechos en computadora o no, esencialmente porque la mitad del grupo aun no contaba con una. La llegada de la computadora al mundo del diseño creó un parteaguas generacional grande, separando a la recién inaugurada generación X, que tuvo que aprender a trabajar con herramientas que difícilmente llegaban a las universidades sino hasta un lustro después (mi clase de computación avanzada nos dedicamos a aprender Paint). Todo el debate giraba en torno a si los aún abstractos Illustrator, Photoshop o Corel Draw! terminarían sustituyendo a los diseñadores.

Finalmente sucedió, aunque solo en parte, porque sin bien eliminó algunos puestos como los de paste-uppers que trabajaban en imprentas, preprensas y editoriales, transformó a la gran mayoría que aceptaron pasar del copy-paste manual, hecho con tijeras y pegamento, a herramientas digitales por medio de comandos.

Una vez que el mundo se estaba acomodando vino el internet y por primera vez el trabajo de diseño se concebía para que una parte de ello nunca dejara de existir en forma de bites y pixeles. Lo que hoy se ve como normal, ya sea crear diseños híbridos que terminarán en impresos y digitales era impensable, todo debía tener una forma de salida al mundo exterior, primero a través de discos, luego en dispositivos USB para terminar materializándose en tinta.

La naciente profesión de diseñador logró traspasar estos dos umbrales y fortalecerse hasta integrarse con éxito en la economía formal. Hoy la gran mayoría de las empresas y empresarios formales ven la necesidad del diseño como parte de la planeación estratégica y mercadológica, justo cuando se nos viene un tercer cambio que nos obligará a estar alertas para lo que se viene: la inteligencia artificial.

No es tan nueva, lleva conviviendo entre nosotros tiempo sin hacerse notar como tal, desde que Photoshop calculaba pixeles entre dos tonos al momento de crecer una imagen o cuando aplicaba filtros y herramientas como sellos, difuminados o sombras. Tampoco nos dábamos cuenta cuando Alexa empezó a ejecutar órdenes directamente con nuestra voz, simplemente lo asumíamos como la evolución natural de la tecnología, hasta que sale Chat GPT y nos vienen a la cabeza la escenas de Terminator, donde las máquinas toman posesión del planeta y declaran la guerra para exterminar a la humanidad.

En esas andamos hoy, viendo con recelo cómo Meta (Facebook, Instragram, WhatsApp y Threads) afirma que abandona los planes para utilizarla, pero colabora con Ray-Ban para no cometer el mismo error de Google o el gobierno de Estados Unidos emite los primeros intentos por reglamentarla. Es momento en el que diseñadores debemos no solo transformarnos en testigos y usuarios, más aprender a incorporarla como parte de su actividad diaria. Aún así, es imposible que quienes han sido testigos de los primeros dos cambios tecnológicos que implicaron la computadora y el Internet, escapemos nuevamente al debate que implica el asimilar la inteligencia artificial. ¿Será que ahora si el diseño será generado por una computadora pensante o hasta qué punto será nuestra creatividad sustituida por un sistema binario?

Gran parte de la respuesta se encuentra en la manera en que hemos sabido asimilar la llegada de programas que parecen desplazar al trabajo del diseño, como lo es actualmente Canva o Prezi, en donde puedes generar logotipos, folletos, presentaciones, publicidad y demás objetos de diseño, trasladando la destreza de manejar un programa a más bien dar órdenes y dominar el lenguaje que exige para dar buenos resultados.

En tiempos actuales, el reto de creación consiste en saber investigar en buscadores y generar propuestas creativas deshaciéndose de todo el bagaje visual que implica exponerse a todo tipo estilos, propuestas y ejecuciones alrededor de todo el mundo.

La manera en que adoptemos a la inteligencia artificial, subyugarla a una herramienta más que solo le dé salida a la creatividad dependiendo la forma que sea alimentada o permitirle la toma de decisiones con base en resultados planteados, será determinante al momento de asimilarla y hacerla nuestra. Definitivamente, aprender a usarla, convertirla en nuestra aliada y socia para sacarle el mejor provecho, será lo que determinará si será mi empleada o terminará por quitarme mi trabajo.