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Rediseñar todos los logos, ¿el regreso a lo básico?

El 15 de Agosto del 2023

En este momento de la historia, solo un pequeño puñado de logos han permanecido sin que nadie ose darles un click en sus curvas. Logos como el de IBM se niegan a ser alterados, cumpliendo una de las máximas más antiguas en el diseño de identidad que es la perdurabilidad.

Este grupo resulta ser tan pequeño que seguramente debería tener algunos ceros a la derecha del punto porcentual. Desde las globales que están todo el tiempo en nuestra mente como Coca-Cola, hasta locales que han logrado sobrevivir manteniendo su forma original como Televisa, las marcas se han visto rediseñadas, alteradas y replanteadas, como una tendencia que muchos entendieron como una fórmula para permanecer vigentes y renovarse, para no sufrir el desgaste que provoca los cambios de hábitos tan vertiginosos que impuso el siglo XXI. Sin embargo, hoy estamos viendo una tendencia muy curiosa para dar marcha atrás a los planteamientos que se hicieron en un principio. Viene a la mente el traspié que hizo Gap hace un lustro queriendo simplificar aun más su imagen. En un violento acto de transformación las redes fueron testigos de cómo se le imponía Helvetica Bold en altas y bajas con un simple cuadrado azul a manera de superíndice en la /p. Fue cuestión de horas para que recularan e hicieran como si nada hubiera sucedido.

Japan Airlines es otro ejemplo de corrección, al tratar de actualizar su imagen lo único que logró fue dejarse arrastrar por un tsunami de críticas que los obligaron a regresar a su original. Tan solo apenas en marzo la inglesa Burberry decidió volver a poner a galope al jinete enfundado en su armadura medieval y cabalgando mientras agita una bandera. La tipografía se despojó de su grotesca y pesada tipografía (grotesca por su clasificación tipográfica, porque la ejecución era sumamente estético) y dio pie de nuevo a las serifas y alargadas letras.

 

Y quizá el caso más reciente: Burger King, que retoma la idea original del logo contenido entre unos bollos, con la misma tipografía redondeada, y aunque estilizada, mantiene el espíritu del logo original.

Son tan solo los primeros ejemplos de dejar atrás lo genérico que ha caracterizado la identidad en estos últimos veinticinco años. Prácticamente todas las marcas se han simplificado, se han despojado de patines, convertido en altas, espaciado o han despedido a sus símbolos que parecía solo estorbaban y ensuciaban.

¿Qué fue esa tendencia? Muchos se van por la fácil y le echan la culpa a los milenials, a las aplicaciones tan pequeñas que deben verse legibles en los perfiles de las redes sociales, a la tendencia minimalista que llegó en los noventa como réplica de la escuela suiza; lo cierto, es que hoy comienza a vislumbrarse el apelar al que al usuario le siguen atrayendo las formas clásicas, no importando lo complejas que sean, bien pueden hoy en día resaltar en un mundo de tanta simplicidad. Aprovechando la circularidad de las tendencias, vemos un renacer de las serifas, de formas complejas, de ideas originales que durante mucho tiempo funcionaron, y donde no evidencia lo suficientemente sólida para afirmar lo contrario. ¿Será?